El dolor y su danza
Al dolor hay que dejarlo bailar; dejar que busque espacio, que duela sin oponerse, permitirle su curso.
Al dolor hay que dejarle estar sin contemplarlo, bailar con él, fluir con su fuerza sin discutirle, escucharle abrazando su movimiento, para acabar siendo su maestra.
Porque el dolor, cuando ve que no hay nada que le pueda retener, baila, se libera sólo y se va
…
… si piensas que mi mirada te sirve, confía en mi.